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Posts Tagged ‘Genealogía de la moral’

«Objetividad»

1 julio, 2011 Deja un comentario

Existe únicamente un ver perspectivista, únicamente un «conocer» perspectivista, y cuanto mayor sea el número de afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos que podamos emplear para ver una misma cosa, tanto más complejo será nuestro «concepto» de ella, tanto más compleja será nuestra «objetividad». Pero eliminar en absoluto la voluntad, dejar en suspenso la totalidad de los afectos, suponiendo que pudiéramos hacerlo; ¿cómo?, ¿es que no significaría eso castrar el intelecto…?

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

La nada o no querer nada

1 julio, 2011 Deja un comentario

Ahora bien, en el hecho de queel ideal ascético haya significado tantas cosas para el hombre se expresa la realidad fundamental  de la voluntad humana, su horror al vacío; pero esa voluntad necesita una meta, y prefiere querer la nada a no querer nada.

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

El origen de la «mala conciencia»

1 julio, 2011 Deja un comentario

Yo considero que la mala conciencia es la profunda dolencia a la que tenía que sucumbir el hombre bajo la presión de aquella modificación, la más radical de todas las experimentadas por él, de aquella modificación ocurrida cuando el hombre se encontró definitivamente encerrado en el sortilegio de la sociedad y de la paz. (…) Todos los instintos que no se desahogaban hacia afuera, se vuelven hacia adentro, esto es lo que yo llamo la interiorizacíon del hombre; únicamente de esta manera se desarrollará en él lo que más tarde se llamará su alma. (…) Aquellos terribles bastiones con los que la organización estatal -las penas, sobre todo, cuentan entre tales bastiones- hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre, vagabundo, diesen vuelta atrás, se volvieran contra el hombre mismo. La enemistad, la crueldad, el placer en la persecución, en la agresión, en el cambio, en la destrucción, todo eso vuelto contra el poseedor de tales instintos; ése es el origen de la mala conciencia. El hombre que, falto de enemigos y resistencias exteriores, encajonado en una opresora estrechez y regularidad de las costumbres, desgarraba, se perseguía, se mordía, se roía, se sobresaltaba, se maltrataba impacientemente a sí mismo; este animal al que se quiere «domesticar» y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo, devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una cámara de suplicios, una selva insegura y peligrosa, este prisionero anhelante y desesperado fue el inventor de la «mala conciencia».

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

Lo que se logra con la pena

30 junio, 2011 Deja un comentario

Lo que con la pena se puede lograr, en conjunto, tanto en el hombre como en el animal, es el aumento del temor, la intensificación de la inteligencia, el dominio de las concupiscencias; y de esa manera la pena domestica al hombre, pero no lo hace «mejor», con el mayor derecho sería lícito afirmar incluso lo contrario.

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

El castigo y la culpa

30 junio, 2011 Deja un comentario

El castigo, se dice, poseería el valor de despertar en el culpable el sentimiento de la culpa, en la pena se busca el auténtico instrumento de esa reacción anímica denominada mala conciencia, o «remordimiento de conciencia». Mas con ello se sigue atentando, todavía hoy, contra la realidad y contra la psicología, y mucho más aún contra la historia más larga del hombre, contra su prehistoria. El auténtico remordimiento de conciencia es muy raro cabalmente entre los delincuentes y los malhechores; las prisiones, las penitenciarías no son las incubadoras en las que florezca con preferencia ese gusano roedor (…)

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

En el fondo de las «buenas cosas»

30 junio, 2011 Deja un comentario

Con ayuda de tales imágenes y procedimientos se acaba por retener en la memoria cinco o seis «no quiero», respecto a los cuales uno ha dado su promesa con el fín de aprovechar las ventajas de la vida en sociedad, y ¡realmente!, con la ayuda de esa especie de memoria se acabó por llegar a «la razón», a la seriedad, al dominio de los afectos, a todo ese sombrío asunto que se llama «reflexión», todos esos privilegios y adornos del hombre, ¡qué caros se han hecho pagar!, ¡cuanta sangre y horror hay en el fondo de todas las «buenas cosas»!

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

Mnemónica

25 junio, 2011 Deja un comentario

Cuando el hombre consideró necesario hacerse una memoria, tal cosa no se realizó jamás sin sangre, martirios, sacrificios; los sacrificios y empeños más espantosos, las mutilaciones más repugnantes, las más crueles formas rituales de todos los cultos religiosos; todo eso tuvo su origen en aquél instinto que supo adivinar en el dolor el más poderoso medio auxiliar de la mnemónica.

(Nietzche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

No es temor…

25 junio, 2011 Deja un comentario

No es el temor, sino más bien el que ya nada tengamos que temer en el hombre, el que el gusano «hombre» ocupe el primer plano y se disemine sobre él; el que «el hombre manso», el incurablemente mediocre y desagradable haya aprendido a sentirse a sí mismo como la meta y la cumbre, como el sentido de la historia, como «hombre superior».

(Nietzche, Friedrich, en Genealgía de la moral)

«Rebelión de los esclavos»

25 junio, 2011 Deja un comentario

La rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el resentimiento mismo se vuelve creador y engendra valores; el resentimiento de aquellos seres a quienes les está vedada la auténtica reacción, la reacción de la acción, y que se desquitan únicamente con una venganza imaginaria.

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

Los sacerdotes son enemigos malvados

24 junio, 2011 Deja un comentario

Los sacerdotes son, como es sabido, los enemigos más malvados; ¿por qué?, porque son los más impotentes. A causa de su impotencia el odio crece en ellos hasta convertirse en algo monstruoso y siniestro, en lo más espiritual y al mismo tiempo más venenoso. Los máximos odiadores de la historia universal, y también los odiadores más ricos del espíritu, han sido siempre sacerdotes.

(Nietzsche, Friedrich, en Genealogía de la moral)

Pff~